Autoinmunes

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Hoy os hablo un poquito de los procesos autoinmunes y cómo el abordaje actual de las mismos no es el más adecuado/completo. Mediante la medicina integrativa se contempla la autoinmunidad de una manera holística (global), lo cual es clave para la resolución y/o mejoría de las mismas.

Las enfermedades autoinmunes se definen como una pérdida de tolerancia hacia lo propio. Su incidencia en la población es del 10% y se estima que en los últimos 50 años se ha multiplicado por 10 la presencia de dichas patologías. Ante estos datos cabe preguntarse qué estamos haciendo para que dichas patologías estén cada vez más presentes.

En el sistema sanitario convencional, dichas patologías se tratan desde una perspectiva de superespecialización no tanto del proceso autoinmune como tal, sino de la glándula u órgano afectado por la autoinmunidad, cuando en realidad debería entenderse que todas ellas comparten una base etiopatogénica (causa) común, consistente en una alteración en la modulación (forma de funcionar) del sistema inmune, que conlleva que éste reaccione (“ataque”) frente a lo propio. Es por ello, que la normalización de la función del sistema inmune, debe constituir uno de los pilares de tratamiento. Entender qué ha llevado a dicha alteración en su funcionamiento (estresores tales como el sedentarismo, trastornos del sueño, patrones de alimentación erróneos, déficit de vitamina D, estrés emocional…), así como pautar las medidas necesarias para que se normalice es la base desde la que se trabaja mediante medicina integrativa.

Tratar una enfermedad autoinmune no consiste sólo en pautar tratamiento farmacológico, es importante que el paciente comprenda hasta qué punto cómo vive, es decir la forma en la que descansa, se alimenta, se relaciona con los demás… ha influido en el desarrollo de la misma, para que de este modo pueda cambiar todo aquello que “alimenta” su enfermedad.